Esta llegando a su lugar nuevamente el programon de imagen de radio:la cuerda inadvertida...con la conduccion de siempre...atenti a fm brazos abiertos...
la cuerda
martes, 19 de febrero de 2013
miércoles, 26 de diciembre de 2012
martes, 18 de diciembre de 2012
el viernes 21 tomamos la ginebra loca,xq´les acabo el franchising,veron y sus secuaces,la iguana y el yaguarete extrañan al payaso.AGUERO Y CORRIENTES
el domingo 23 homenajeando a la anibal veron en la ochava abajo de estacion avellaneda en la ochava frente a la estacion.TODO 1 HRS.
LOS VERONES
STAND UP Y POCA MUSICA,+ PROSA Q´POESIA
martes, 21 de agosto de 2012
Estamos invitandote el jueves de 16 a 17.30 hrs al programa la cuerda(inadvertida)en la fm 100.5 www.radiofmbrazosabiertos.jimdo.com.Puedes dejarnos msje al 4951-0925.Estaremos pasando y recordando la musica de Roberto Goyeneche.Con coordinacion y produccion de los Sanchez les avisa Bairon Beron.A continuacion una foto de alquien antes de hacer su capillita.
domingo, 15 de julio de 2012
la gran data
la gran data
Hace cuatro siglos la introducción del microscopio permitió ver y
analizar organismos a un nivel celular que jamás se había imaginado.
Esto generó avances en el conocimiento, al servicio de la salud y las
ciencias en general. Como el microscopio, hoy la tecnología se dispone a
desenmarañar y darle sentido el reservorio más grande de información
del planeta: Internet.
Según IBM, los más de 1000 millones de internautas del mundo alimentamos
a diario la Red con cerca de 15 petabytes de datos. ¿A qué equivale?
1000 petabytes son un exabyte, 1000 exabytes son un zettabyte. En el año
2015 habrá 8 zettabytes de información en la Red según la consultora
IDC. Un zettabyte corresponde a 75 mil millones de iPads de 16 gigas o a
mil millones de discos rígidos como los de una computadora promedio de
escritorio. Hoy, en 2012, la Red contiene 2,7 zettabytes de datos,
aproximadamente, y aunque es difícil pensar en esta cantidad de
información, definirla y analizarla promete grandes beneficios para los
usuarios. Según IDC, la cantidad de información en la Web se duplica
cada 18 meses y aunque América latina todavía representa menos del 10%
de la audiencia total mundial de Internet -8.9% según ComScore-, la
participación en la Red no para de crecer y nuestro país es
especialmente proclive al uso intensivo de las herramientas sociales y
de la Web en general.
De qué se trata
Big Data es el término que se utiliza para describir los grandes
volúmenes de datos que componen Internet y la posibilidad de obtener
información sobre ellos.
La información en la Red está formada por datos estructurados -como las
tradicionales bases de datos que puede tener, por ejemplo, una empresa
de servicios sobre el consumo de energía de un usuario-, y por
desestructurados, que en cantidad superan tres veces a los primeros.
Buena parte de la información desestructurada -que representa el 80% del
total- proviene de las herramientas sociales. Para tener una idea de lo
que pasa en la Red en sólo un minuto: se generan 98.000 tweets, se
bajan 23.148 aplicaciones, se juegan 208.333 minutos de Angry Birds,
277.000 personas se loguean a Facebook y se ven 1,3 millones de videos
en YouTube, entre otras decenas de métricas que alimentan sin cesar la
nube virtual y le enseñan sobre nuestra conducta online. "Todas las
industrias guardan y necesitan acceder a la información de maneras muy
distintas -describe Marcelo Fandiño, CEO de EMC Argentina, empresa de
almacenamiento y cómputo en la nube-. Algunos datos necesitan ser
analizados en tiempo real, otros estar almacenados por años con
consultas muy puntuales. Ahora tenemos una memoria gigante y lo que hay
que hacer es darle toda la inteligencia. El usuario se está volcando
cada vez más a la Red para tener su información y pronto tendrá su
máquina principal completamente alojada en la nube. Para eso tendremos
que darle el máximo y más creativo análisis a cada documento y dato
alojados allí."
No es casualidad que en el Foro Económico Mundial celebrado en junio en
Suiza, el concepto de Big Data haya sido protagonista. Un informe
desarrollado durante el encuentro, llamado Big Data, Big Impact, declara
a la masa de información gigante como una nueva clase de activo
económico, como el dinero o el oro. Sebastián Bellagamba, director para
Latinoamérica y el Caribe de la Internet Society, organismo mundial que
vela por el buen desarrollo y crecimiento de Internet, reflexiona sobre
el fenómeno: "No es la primera vez que se juntan datos nuestros, uno ha
estado dando información buena parte de su vida, sólo que internet lo
hace más evidente. La Red va coleccionando datos de nuestro perfil
(sexo, edad, gustos, hábitos, procedencia); eso sirve para darnos
mejores resultados en las búsquedas y que pueden servir para tomar
decisiones o generar políticas públicas que impacten de manera positiva
en la sociedad, que no es lo mismo que juntar y distribuir datos
personales como número de DNI, dirección o nombre. Que la información de
la Red crezca es deseable siempre que se respeten los libertades
individuales y el usuario pueda elegir qué datos le da al universo
virtual", advierte Bellagamba. (Ver recuadro No me grabes.)
Desde IBM explican el universo de Big Data a partir de tres v: volumen,
variedad y velocidad. "Tenemos un gran desafío por delante, dado que se
espera que para el año 2020 haya 35 zettabytes de información. Con IBM
Insights trabajamos con plataformas de código abierto, le agregamos
seguridad y el análisis es cada vez más intuitivo; intenta encontrar
patrones y utiliza herramientas para conectar de esta información que
proviene de lugares diferentes. El análisis tradicional de Business
Intelligence (inteligencia de datos) ya no es suficiente. Si una
telefónica sufre una caída de servicio y los usuarios empiezan a
reclamar en las redes, debe poder acceder a esa información de inmediato
para actuar cuanto antes", ejemplifica Leonardo González Barceló, líder
en Big Data de IBM.
Hasta aquí sólo tenemos una descripción de un fenómeno del que todo
internauta -en mayor o menor medida- es parte. Cabe entonces la
pregunta: ¿por qué debería interesarle este universo al usuario? o
-quizás más relevante- ¿cómo afecta esta nube de datos en su vida?
Hasta donde llega
No es sólo más flujos de datos los que recibe la Web hoy, sino también
datos completamente nuevos. En la actualidad, empresas y gobierno
trabajan con miles de sensores digitales que arrojan información de todo
tipo a la Red. En equipos industriales, automóviles, electrodomésticos,
en las calles, estos sensores pueden medir -y comunicar- la
localización, el movimiento, la vibración, la temperatura, la humedad y
hasta cambios químicos en el aire. Esto, y la actividad en la Red en
general, permite la toma de decisiones: qué construir y dónde hacerlo,
prevenir un desastre natural, evitar un embotellamiento, detectar
posibles derrumbes. "Es un fenómeno creciente, que antes existía, pero
se daba en ambientes controlados con datos estructurados; ahora los
datos provienen de todos lados. Google no existiría sin toda esa Big
Data y es nuestra misión organizarla y entregarla a los usuarios de una
manera que sea relevante para su vida", dice Giraldo Hierro, líder de
Enterprise Sales de Google.
Cualquier usuario puede también consultar y usar la inteligencia que se
desprende de la Web. En Buenos Aires y muchas ciudades de la Argentina y
el resto del mundo, cualquier usuario puede ir a Google Maps,
introducir una dirección, elegir la vista de satélite y ver en tiempo
real la congestión de tráfico de la zona que desea visitar, con
información que los mismos usuarios envían a la Red por sólo usar su
teléfono Android. También Google ha descubierto que ciertos términos de
búsqueda sirven como buenos indicadores de la actividad de la gripe y
desarrolló Flue Trends, donde cualquiera puede ingresar y ver la
evolución de la gripe a través de datos globales de las búsquedas de los
internautas en Google. Así, se pueden hacer cálculos aproximados de la
actividad de esta enfermedad en determinadas regiones, lo que podría
resultar de utilidad para tomar acciones de prevención.
También se puede usar la información para hacer más eficiente el consumo
energético. "A través de la estrategia de Smart Meters de IBM, se
analizó el consumo de electricidad de un barrio a través de sensores que
enviaban datos de consumo. En base a esa información, la compañía fue
capaz de determinar los hábitos de los vecinos en cada momento del día,
ver cómo variaba la demanda y hasta cambiar algunos de esos hábitos con
estrategias de premios y bonificaciones a sus clientes", ejemplifica
Barceló.
Otra cara de Big Data es que el ciudadano tiene cada vez más acceso a
ver datos de gobierno que antes sólo eran analizados al interior de las
administraciones públicas. En 2009, fue pionera la ciudad de Washington,
que abrió las puertas a toda su información con Data.gov. En marzo de
este año el GCBA implementó Buenos Aires Data, el primer repositorio
público de datos abiertos del país basado en CKAN -la plataforma
utilizada por otros gobiernos nacionales y municipales alrededor del
mundo-. Se puede ver allí la ejecución presupuestaria del gobierno, el
catálogo de las bibliotecas públicas de la ciudad (300.000 volúmenes),
el movimiento de las bicicletas públicas (500.000 recorridos), y grandes
volúmenes de información geográfica previamente disponibles sólo para
uso interno, como los polígonos correspondientes a más de 300.000
parcelas que componen de la ciudad, entre otros registros.
A la luz de todo esto, no existe hoy una empresa de tecnología que
despliegue su estrategia de negocio sin contemplar una mirada sobre Big
Data. Ya sean de hardware, software o servicios, todas apuntan sus
desarrollos e inversiones a herramientas y aplicaciones que puedan
desarmar el ovillo más grande del mundo. Así EMC, HP, IBM, Netapp,
Intel, SAP, entre tantas, lanzan herramientas para llegar a esos datos
de manera más rápida e eficiente (algo que hace dos años se analizaba en
una semana, puede hacerse ahora en un día). Por su parte, los gigantes
de Internet como Facebook, Google y Amazon tienen herramientas propias
para analizar la información, y las consultoras de análisis Web trabajan
a destajo en aumentar el cruzamiento de estos datos estructurados y no
estructurados en busca de un mejor aprovechamiento del universo virtual.
No seremos sólo testigos de este fenómeno, sino protagonistas de la era
del nuevo oro.
NO ME GRABES
Una de las discusiones que se viene con Big Data está relacionada con
los derechos de los usuarios a no ser rastreados -de así desearlo- en
sus búsquedas en Internet y, como contrapartida, su responsabilidad (y
no sólo la de las empresas) en la comprensión de los términos y
condiciones de uso de cada sitio que visitan.
De a poco los principales navegadores -Chrome, Firefox, Explorer- están
agregando herramientas para que el usuario pueda decidir cuándo quiere y
cuándo no quiere dejar rastro o información sobre su navegación.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que al elegir estos filtros -se los
conoce como Dont Track me-, también se le está quitando información a
los sistemas para que brinden resultados más personalizados o tengan en
cuenta los gustos o búsquedas frecuentes del usuario. "Falta una
conciencia del usuario latino que aprueba términos y condiciones sin
leer en la mayoría de las ocasiones qué es lo que está aceptando, y
también una predisposición mayor de las empresas a mantener las reglas
claras y no estar cambiando sus condiciones constantemente.
Hoy Internet no es una tecnología en su madurez; hay que estar atentos
para atender la libertad de expresión y también para que la legislación
que se haga no coarte Internet", opina Sebastián Bellagamba, de la
Internet Society.
viernes, 13 de julio de 2012
genocidio psicoanalizado
Éste
es el primer volumen de un proyecto de trilogía que, con el objetivo
de analizar crítica y rigurosamente las diversas consecuencias de
las
prácticas
sociales genocidas, abordará en una primera etapa los procesos
de
memoria y representación.
Los
estudios sobre la memoria constituyen uno de los campos en
los
que se observa con mayor claridad las dificultades creadas por las
taxonomías
disciplinarias rígidas en su parcelamiento de la realidad. Diversos
grupos de investigadores que provienen de campos muy distintos se
disputan áreas de explicación de los procesos de memoria, sin que
los
entrecruzamientos entre éstas sean comunes ni produzcan
enriquecimiento alguno, más allá de que unos y otros se solapen al
producir sus
hipótesis,
la mayoría de las veces sin siquiera percibirlo.
La
neurología, el psicoanálisis, la filosofía, las artes y las
ciencias sociales han reflexionado sobre aspectos diferentes de estos
procesos de
memoria
y representación, pero por lo general el diálogo ha sido bastante
pobre. Las neurociencias se han abocado, en su mayor parte, a tratar
de
encontrar el sustrato material del recuerdo (su localización física
en
el
cerebro) y a explicar e intentar tratar algunas de sus anomalías. El
psicoanálisis (pese a la amplitud disciplinaria de los trabajos de
Sigmund
Freud)
ha tendido a disociarse cada vez más del sustrato químico-bioló-
gico
como de las consecuencias sociopolíticas, filosóficas e incluso a
veces
médico-clínicas
de sus propios planteos y, por lo tanto, ha tratado con un
aparato
psíquico que, cada vez más, parece escindido de los niveles de
organización que lo determinan, tanto material como socialmente;
incluso, 16
memorias
y representaciones
en
algunos casos ha llegado a postular una justificación bizarra de
esta
escisión
entre cuerpo y consciencia. Las ciencias sociales, por último, han
tendido
a estancarse durante el último medio siglo en las disputas entre
los
campos de la historia y la memoria, haciendo caso omiso del impacto
de
los avances en otras disciplinas sobre dicha discusión o de la
materialidad e incluso falsabilidad de muchos de sus planteos, a la
luz de otras
lógicas
disciplinarias.
Esto
no significa que no hayan existido intentos de entrecruzamiento, como
puede observarse en gran parte de la obra del propio Freud, en
especial
en su olvidado Proyecto de psicología para neurólogos, así como
en
muchas de sus reflexiones en Más allá del principio de placer;
Inhibición, síntoma y angustia; Tótem y tabú o Moisés y la
religión monoteísta,
entre
otros textos que buscan dialogar, a lo largo de todo el acervo de
producción
freudiana, con la neurología o las ciencias sociales. También
merecen
destacarse los intercambios entre Jean-Pierre Changeux y Paul
Ricœur
que buscan un diálogo y una discusión posibles entre neurología
y
filosofía (pese a las dificultades de Ricœur para ingresar a un
lenguaje
que
no siente como propio); el conjunto de los trabajos de la psicología
genética
y, muy en particular, las brillantes intuiciones transdisciplinarias
de
Jean Piaget en obras como La equilibración de las estructuras
cognitivas
o
La toma de conciencia, o de Rolando García en obras como
Psicogénesis
e
historia de las ciencias, La epistemología genética y la ciencia
contemporánea o Sistemas complejos. Por último, cabe incluir
sugerencias aisladas
pero
ricas por sus aportes a la sociología y la psicología en obras de
neurocientistas como Gerald Edelman, Eric Kandel o Israel Rosenfield.
Estas
excepciones,
sin embargo, constituyen ámbitos relativamente marginales
en
una discusión que hegemónicamente cree poder prescindir del
conocimiento que se aleja de manera disciplinaria de sus ejes, aun
cuando esté
muy
próximo de los problemas planteados y resulte fundamental para
muchas
de las hipótesis sugeridas o de los análisis realizados.
No
es objetivo de este primer volumen dar cuenta del conjunto de
las
posibles articulaciones disciplinarias entre estos campos (aclarando,
además,
que ha quedado relativamente afuera de esta obra el complejo
territorio de la estética, el arte y su vinculación con los
procesos de
memoria),
pero sí analizar algunos entrecruzamientos que harán posible
desarrollar
con mayor riqueza y sustento las hipótesis que guían el conjunto de
la trilogía.17
introducción
Este
primer volumen se centra en las memorias y representaciones
del
horror, con eje histórico en la experiencia argentina. El segundo
volumen trabajará las problemáticas del juicio, entendidas tanto en
su sentido filosófico (la capacidad de juzgar como parte de los
mecanismos de
la
consciencia) como en la materialidad de los procesos judiciales
librados en nuestro país. El tercer volumen se abocará a un
análisis crítico de
los
distintos niveles de las responsabilidades, también centrándose en
el
caso
argentino. Y en los tres volúmenes –memorias, juicios,
responsabilidades–, las preguntas buscarán articularse con los
posibles trabajos de
elaboración
de las marcas dejadas en las subjetividades y en el tejido social por
las prácticas sociales genocidas.
Cabe
aclarar que el acceso a los distintos marcos disciplinarios no se
lleva
a cabo desde una posición neutral ni desde un saber que los
desborde. Las ciencias sociales serán el punto crucial de
interrogación, desde
donde
se intentará incorporar algunos de los aportes de los otros campos
disciplinarios para enriquecer y avanzar en las propias postulaciones
sociopolíticas
sobre los procesos de memoria y su impacto en la construcción de
identidades, así como en los modos de constitución de las
responsabilidades.
La
trilogía puede leerse como continuidad de obras previas, en
particular de El genocidio como práctica social y de Seis estudios
sobre genocidio, y que, más allá de resultar algo más árida
(sobre todo en este primer
tomo),
comparte las mismas preocupaciones y objetivos políticos.
Este
volumen no pretende aún una mirada verdaderamente
transdisciplinaria, lo cual excede las posibilidades del autor, sino
simplemente avanzar en el propio campo de las ciencias sociales, sin
despreciar ni
ignorar,
desde luego, algunas de las hipótesis, preguntas y respuestas
sugeridas por las otras disciplinas, lo cual quizás cabría
calificar más cabalmente como ejercicio interdisciplinario.
Se
recorrerán a lo largo de este libro las ideas de un selecto grupo
de
autores de las neurociencias (Gerald Edelman, Eric Kandel,
Jean-Pierre Changeux, Israel Rosenfield), el psicoanálisis
(básicamente Sigmund
Freud
y luego algunos de los análisis sobre las consecuencias del trauma
en
Yael Danieli, René Kaës, Janine Puget, Marcelo Viñar, los miembros
del
Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial [eatip],
Haydeé
Faimberg, entre otros), la filosofía (Henri Bergson, Walter
Benjamin, Paul Ricœur, Hayden White), o la sociología y la
psicología social 18
memorias
y representaciones
(Maurice
Halbwachs, Frederic Bartlett), pero no para dar cuenta exhaustiva del
estado de la cuestión en cada campo, sino sólo para aprovechar
algunas
intuiciones que han sugerido herramientas para analizar lo que
constituye
el corazón de esta problemática: los modos en que los procesos de
memoria pueden afectar la constitución identitaria, a partir del
trabajo
de elaboración de las situaciones traumáticas generadas por los
genocidios,
entendidos éstos como prácticas sociales, como procesos de
destrucción
y reorganización de relaciones sociales.
1
Es
posible, sin embargo, que en alguno de los capítulos se haya caído
en
una exagerada remisión a los aspectos técnicos de cada discusión,
por
lo
que se piden disculpas anticipadas al lector.
El
ordenamiento lógico y disciplinario de este primer libro es el
siguiente:
El
capítulo i busca introducir algunas de las conclusiones
fundamentales de las neurociencias en los últimos treinta años,
desde las cuales se plantean hipótesis propias con relación al
carácter adaptativo de lo
que
se llamará en esta obra “procesos de desensibilización”, así
como al
carácter
creativo y no reproductivo
2
de
los procesos de memoria.
El
capítulo ii, previo desarrollo de algunos conceptos básicos de la
obra
de Freud, se propone revisitar la noción de desensibilización
construida en el capítulo previo, articulándola en su sentido
intersubjetivo
con
lo que gran parte de la bibliografía sobre las consecuencias del
genocidio en el Cono Sur de América Latina ha dado en llamar “pactos
denegativos” y con lo que se define en esta obra, a partir de este
análisis, como
“ideologías
del sinsentido”. Éstas han resultado muchas veces hegemónicas en
los discursos sobre el horror, vinculándolo a la irracionalidad, y
se
postulará que dicho sinsentido juega un rol específico en el modo
de
clausurar
las posibilidades de elaboración del terror traumático.
1
Véase
el desarrollo de los conceptos de prácticas sociales genocidas y de
genocidio reorganizador en Daniel Feierstein, El genocidio como
práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
2
Aun
cuando las neurociencias utilizan el verbo replicar para dar cuenta
de una memoria que se postula como reproductora fiel de la realidad,
se ha preferido en esta obra remitir
a
una memoria reproductora o no reproductora (o sea, creadora), ya que
el término replicar
puede
dar lugar a malentendidos en la filosofía o la ciencia social,
debido a que su definición da más cuenta de la posibilidad de
refutación que de la de copia, la cual se encuentra
mejor
expresada en el verbo reproducir.19
introducción
El
capítulo iii retorna sobre estas hipótesis pero desde la filosofía,
la
historia
y las ciencias sociales, intentando recuperar la vinculación entre
memoria y acción (Bergson), y memoria e identidad (Ricœur).
Asimismo busca producir nuevas interpretaciones en la trillada
discusión
sobre
las diferencias entre los procesos de la memoria y de la historia, a
fines
de rescatar el carácter sociopolítico de los procesos de memoria y
su
posible articulación con un trabajo de elaboración, lo cual
constituía
el
eje de la tarea del historiador comprometido, tal como la pensara
Walter Benjamin.
El
capítulo iv, por último, da cuenta del propósito central del
presente volumen: analizar las consecuencias de distintos modos de
representar
y
calificar jurídicamente el terror estatal masivo (guerra, genocidio,
terrorismo de Estado, crímenes contra la humanidad) en los posibles
trabajos de elaboración y su vinculación con la constitución y
transformación de las identidades personales, grupales y colectivas,
incorporando
en
dicho análisis las construcciones previas sobre el papel que juegan
en
ellas
las lógicas de la desensibilización, de los pactos denegativos y de
las
ideologías
del sinsentido.
Es
éste el objetivo eminentemente político que guía al conjunto del
volumen.
Los recorridos disciplinarios se han propuesto ir construyendo los
conceptos necesarios para dicho punto de llegada, pero la
interrogación general gira en torno al capítulo iv, punto de
llegada y elemento
crucial
de este primer libro: dar cuenta de los efectos y las consecuencias
intersubjetivas y sociopolíticas de distintos modos de caracterizar
lo
ocurrido
en Argentina en los posibles trabajos de elaboración o incluso
en
la obstaculización o clausura de éstos.
Dicho
abordaje no es ni podría ser neutral, como se ha señalado,
sino
que pretende dar una fundamentación más sólida a la relevancia
de
la utilización de la calificación de genocidio para referir a la
violencia
estatal
masiva sufrida en nuestro país, en función de sus múltiples
consecuencias jurídicas y simbólicas, de sus múltiples efectos en
los posibles
trabajos
de elaboración del trauma y en la posibilidad de instituir
narrativas contrahegemónicas.
La
propuesta, esta vez, es compartir con el lector los fundamentos
últimos
de orden político y no, como en otras oportunidades, la
argumentación técnica, con respecto a la viabilidad u oportunidad
de la figura de genocidio en su aplicación al caso argentino. Esto
es, que este 20
memorias
y representaciones
volumen
no se propone demostrar la existencia de un genocidio en Argentina
(lo que se ha intentado hacer en muchas obras previas, utilizadas
incluso en las sentencias argentinas), sino dar cuenta de qué
ventajas
en
términos de procesos de memoria puede implicar construir una
representación de los hechos como genocidio, en comparación con
aquella
que
los comprende como guerra, como terrorismo de Estado o como crí-
menes
contra la humanidad.
Afortunadamente,
la sociedad argentina se ha caracterizado por una
fuerte
resistencia a los planteos negacionistas o minimizadores. A ello se
ha
sumado una experiencia más que interesante en lo que hace al
juzgamiento de los responsables de las violaciones masivas de
derechos humanos, que ha conducido a la posibilidad de garantizar un
juzgamiento sin
límites
preestablecidos, realizado por tribunales nacionales (no
internacionales ni cámaras especiales) y con un respeto por los
derechos de los
acusados
que pocas experiencias históricas han demostrado, pese a tratarse de
los crímenes más graves cometidos en el último siglo en el país.
Esta
peculiaridad del fenómeno de los juicios en Argentina ha habilitado
y enriquecido, por lo tanto, una discusión profunda y compleja sobre
los procesos de memoria y elaboración, que constituye el trasfondo
fundamental
de toda la trilogía y que, como se verá, logra instalar estas
cuestiones
a partir de discusiones que parecieran ya resueltas en Argentina (la
inviabilidad de regímenes de impunidad, la condena mayoritaria
al
tipo de negociaciones a que han dado lugar conceptos como el de
“justicia transicional”, la imposibilidad del perdón y la
reconciliación sin pasar previamente por la justicia).
Habrá
que esperar al segundo volumen de esta obra, titulado Juicios,
para
abordar la complejidad efectiva de estas vinculaciones entre la
capacidad humana del juicio, la realización efectiva de los juicios
y los procesos de memoria y representación.
Al
no existir un peligro inminente de negacionismo ni impunidad,
la
sociedad argentina ha logrado entonces comenzar a hacerse cargo en
estos
años de una discusión más compleja y mucho más profunda pero,
a
su vez, fundamental en cuanto a la posibilidad de lidiar con los
efectos
del
proceso represivo: en qué medida los procesos de memoria y
representación pueden constituir prolongaciones del terror, pero
también en qué
medida
pueden ser un aporte para intentar elaborar las consecuencias del
trauma,
sin que ello implique creer (véase en especial el anexo sobre la 21
introducción
“realización
simbólica de las prácticas sociales genocidas”) que una mera
calificación
pueda resolver por sí misma procesos de enorme complejidad
como
los que aquí se analizan.
Todo
este primer volumen se inscribe en la discusión sobre la vinculación
entre procesos de memoria y representación y su expresión en la
calificación
jurídica, discusión que hoy recorre gran parte de los juzgados
argentinos,
así como también casi al conjunto de los organismos de derechos
humanos
y ámbitos importantes de los movimientos sociales, de las
universidades, las organizaciones barriales, sindicales y
estudiantiles, entre
otras.
El
volumen cierra con un anexo, donde se busca aclarar algunas
confusiones y malentendidos a que ha dado lugar el concepto de
“realización
simbólica
de las prácticas sociales genocidas”, término que también
atravesará algunas partes del presente libro.
Como
resulta lógico en toda discusión académica o política que nos
atraviesa
en tiempo presente, soy consciente de que tanto esta obra como
todo
mi trabajo previo y el de las muchas organizaciones de derechos
humanos, sociales y políticas, con las que he compartido esta lucha
durante
años,
pueden estar errados. Sólo el futuro nos dará claras indicaciones
acerca
de los efectos y consecuencias de las direcciones que se han seguido,
así como nuevas pautas de hacia dónde continuar. Y respeto
profundamente a aquellos colegas u organizaciones que no comparten
esta
visión
sobre la relevancia de la categoría de genocidio y prefieren librar
la
lucha desde los conceptos de crímenes contra la humanidad, Estado
terrorista
o guerra civil.
Pero,
por otro lado, no puedo dejar de señalar que este trabajo se
ha
llevado a cabo desde la más profunda convicción, con una enorme
dedicación,
rigurosidad y estudio, y con el mayor cuidado y responsabilidad por
las posibles consecuencias de cada uno de los planteos que se
socializan
en esta obra. Sólo se espera de aquellos colegas y compañeros
que
disienten con estas visiones una actitud similar en cuanto a la
seriedad, profundidad, rigurosidad y responsabilidad para plantear
visiones
alternativas.
Vale
una pequeña anécdota para cerrar esta introducción: el Tribunal
Oral Federal Nº 1 de La Plata –integrado en 2006 por los jueces
Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Insaurralde– fue el
primer
juzgado
argentino (a esta altura no el único, ya que lo han acompañado 22
memorias
y representaciones
tribunales
de Santiago del Estero, Tucumán y Mendoza y sentencias de
segunda
instancia de Mar del Plata) en reconocer la existencia de un
genocidio en Argentina. La primera sentencia de este tipo recayó en
la causa en la que se juzgaba a Miguel Osvaldo Etchecolatz (luego
acompa-
ñada
por pronunciamientos similares del mismo tribunal en las causas
en
las que se juzgó a Christian Von Wernich y al personal que actuó en
la
Unidad Penitenciaria Nº 9 de La Plata, y durante 2010 y 2011 por los
otros
tribunales mencionados). La lectura de la sentencia de aquel juicio
de
2006 fue filmada por numerosas organizaciones (hay una muy buena
edición
realizada por la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia
de Buenos Aires). Vale la pena observar los rostros de familiares
y
sobrevivientes de las víctimas cuando los jueces leyeron el
fragmento
de
la sentencia que menciona que la condena se realiza por “crímenes
contra
la humanidad cometidos en el marco de un genocidio”. Quizás
la
observación de dichos rostros pueda dar otra pauta para entender las
consecuencias
de ciertas “verdades jurídicas” en las posibilidades de
elaboración. Este primer volumen se propone como un aporte, entre
otras
cosas,
para comprender el origen y el sentido de dichas expresiones.
lacan x roudinesco
Miren
mi Televisión. Soy un clown. ¡Tomen ejemplo de esto y no me imiten!
Jacques
Lacan
Como
tiene que enseñarles […] a médicos, analistas o analizados, Lacan
les brinda, en la retó-
rica
de su palabra, el equivalente mimado del
lenguaje
del inconsciente, que es, como todos lo
sabemos,
en su esencia última, Witz, pirueta,
metáfora,
fallida o lograda.
Louis
Althusser11
Desde
la publicación, en 1993, de la tercera parte de mi Historia
del
psicoanálisis,
1
totalmente
consagrada al pensamiento, la vida, la
obra
y la acción de Jacques Lacan, a menudo tuve la sensación de
que
algún día iba a tener que efectuar un balance, no sólo de la
herencia de este maestro paradójico, sino también de la manera en
que
fue comentado mi propio trabajo en el interior y el exterior de
la
comunidad psicoanalítica.
Sin
lugar a dudas, me había imaginado erróneamente que un
trabajo
sereno, fundado en un abordaje crítico, sería capaz de calmar las
pasiones. Y que tal vez la famosa frase de Marc Bloch
–“¡Partidarios
y detractores de Robespierre, por lo que más quieran, por piedad,
dígannos simplemente quién fue Robespierre!”–,
2
que
había puesto como epígrafe de mi libro, fi nalmente permiti -
ría
que fueran encarados, al margen de las pasiones, tanto el destino del
hombre como el desarrollo de su pensamiento.
Si
el resultado fue en gran parte positivo, es evidente que el
hombre
y su obra siguen siendo hoy objeto de las interpretaciones
más
extravagantes, en un tiempo en el que cada generación tiende
1
Élisabeth
Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en France, vol. 1 [1982,
1986],
París, Fayard, 1994; vol. 2 [1986], París, Fayard, 1994 [trad.
esp.: La batalla
de
cien años. Historia del psicoanálisis en Francia, 3 vols., trad. de
Ignacio Gárate,
Madrid,
Fundamentos, 1988-1993]; Jacques Lacan. Esquisse d’une vie,
histoire d’un
système
de pensée [1993]; nueva ed. rev. y corr., que reúne los tres
volúmenes,
París,
Hachette, col. La Pochothèque, 2009 [trad. esp.: Jacques Lacan.
Esbozo de
una
vida, historia de un sistema de pensamiento, trad. de Tomás Segovia,
Buenos
Aires,
Fondo de Cultura Económica, 1994].
2
Marc
Bloch, Apologie pour l’histoire, ou Métier d’historien [1949],
París, Armand Colin, 1993, p. 157 [trad. esp.: Apología para la
historia o el ofi cio del historiador, trad. de María Jiménez y
Danielle Zaslavsky, México, Fondo de Cultura
Económica,
1996].12 LACAN, FRENTE Y CONTRA TODO
a
olvidar lo que ocurrió antes que ella, sin perjuicio de celebrar la
anterioridad
patrimonial y genealógica de una supuesta “edad
dorada”
en vez de una refl exión sobre el pasado susceptible de
esclarecer
el porvenir.
A
esto se añaden los delirios que se manifi estan periódicamente y
que emanan de panfl etarios poco escrupulosos o de terapeutas en
busca de notoriedad: Freud nazi, antisemita, incestuoso,
criminal,
estafador. Lacan perverso, bestia salvaje, maoísta, violador, jefe
de una secta, estafador, golpeador de sus mujeres, sus pacientes, sus
criados, sus niños, coleccionista de armas de fuego. A
este
respecto, todo fue dicho, y el rumor funciona a las mil maravillas, a
más y mejor.
Nuestra
época es individualista y pragmática. Le gusta el instante
presente, la evaluación, el determinismo económico, los sondeos, la
inmediatez, el relativismo, la seguridad. Cultiva el rechazo
del
compromiso y de las elites, el desprecio por el pensamiento, la
transparencia,
el goce del mal y del sexo perverso, la exhibición del
afecto
y de las emociones sobre un fondo de explicación del hombre por sus
neuronas o sus genes. Como si una causalidad única
permitiera
dar cuenta de la condición humana. Sin duda, el ascenso del
populismo en Europa y la seducción que éste ejerce sobre ciertos
intelectuales que predican abiertamente el racismo, la
xenofobia
y el nacionalismo no son ajenos a esta situación.
Hay
que decir que el advenimiento de un capitalismo salvaje
contribuyó
a la extensión planetaria de la desesperanza y de la
miseria,
asociada a la reactivación del fanatismo religioso que,
para
algunos, hace las veces de referencia política y de experiencia
identitaria.
En Francia, 8 millones de personas padecen de trastornos psíquicos y
se cuidan como pueden: medicamentos, terapias
diversas,
medicinas paralelas, curas de todo tipo, desarrollo personal,
magnetismo, etc. En todas partes en el mundo democrático,
procedimientos
de medicina de sí mismo se desarrollan al infi nito,
al
margen de la ciencia y, la mayoría de las veces, de la razón. En
ese
mundo, la búsqueda del placer –y no de la felicidad colectiva–
reemplazó
a la aspiración a la verdad. Y como el psicoanálisis está TREINTA
AÑOS DESPUÉS 13
interesado
en la búsqueda de la verdad de uno mismo, ha entrado
en
contradicción con esa doble tendencia al hedonismo, por un
lado,
y al repliegue identitario, por el otro.
Pero
al mismo tiempo, nuestra época produce también la impugnación de
lo que pone en escena: precisamente cuando mayor
es
el peligro –decía Hölderlin–, más cerca está la salvación,
3
como,
por
otra parte, la esperanza. La prueba es que, después de tres
decenios
de críticas ridículas contra la idea misma de revuelta,
hete
aquí que emerge, fuera de la Europa que la había visto nacer,
un
nuevo deseo de revolución.
Tratándose
de la historia del psicoanálisis y de su historiografía,
todo
ocurre, por lo tanto, a posteriori, y en semejante contexto,
como
si, pese al establecimiento riguroso de los hechos y la exploración
de varias verdades de múltiples facetas, Lacan –después de
Freud,
por lo demás, y de todos sus sucesores– fuera siempre mirado unas
veces como un demonio, otras como un ídolo. De ahí
un
maniqueísmo y una negación de la historia. Y los psicoanalistas no
se quedan atrás: jerga, postura melancólica, barrera ante las
cuestiones
sociales, nostalgia. Ellos prefi eren la memoria a la historia, el
machaqueo al establecimiento de los hechos, el amor por
los
tiempos antiguos a aquel por el presente. De buena gana olvidan que
“mañana es otro día”. A tal punto que cabe preguntarse si
no
se conducen en ocasiones como los enemigos de su disciplina y
de
su herencia.
Fue
al hacer esta comprobación, y al observar las primicias de
una
nueva esperanza, cuando tuve ganas –treinta años después de la
muerte
de Lacan, en el momento en el que se perfi la el desvanecimiento
progresivo de cierta época (llamada “heroica”) del psicoanálisis
y los psicoanalistas se transforman en psicoterapeutas orga-
3
“Pero
donde crece el peligro, / crece también lo que puede salvar”
(Friedrich Hölderlin, “Patmos”, en Œuvres, trad. fr. de Gustave
Roud, París, Gallimard, col. La Bibliothèque de la Pléiade, 1967,
p. 867 [trad. esp.: Obra poética
completa,
trad. de Federico Gorbea, Barcelona, Ediciones 29, 1979]).14 LACAN,
FRENTE Y CONTRA TODO
nizados
en una profesión reglamentada por el Estado– de hablar de
otra
manera, y de un modo más personal esta vez, del destino del
último
gran pensador de una aventura intelectual que había empezado a
desplegar sus efectos a fi nes del siglo xix, en la época de la
lenta
declinación del Imperio Austrohúngaro y de todas las instituciones
que le estaban vinculadas: la familia patriarcal, la soberanía
monárquica,
el culto de la tradición, el rechazo del porvenir.
Quise
evocar, para el lector de hoy en día, algunos episodios
sobresalientes
de una vida y una obra con la que toda una generación estuvo
mezclada, y comentarlos con la perspectiva que da el
tiempo,
de manera libre y subjetiva. Me gustaría que este libro sea
leído
como el enunciado de una parte secreta de la vida y de la
obra
de Lacan, un vagabundeo por senderos desconocidos: un revés o una
cara oculta que viene a iluminar el archivo, como en un
cuadro
encriptado donde las fi guras de la sombra, antaño disimuladas,
vuelven a la luz. Quise evocar de a trocitos otro Lacan confrontado
con sus excesos, con su “pasión de lo real”,
4
con
sus objetos: en una palabra, con su real, con lo que fue forcluido de
su
universo
simbólico. Un Lacan de los márgenes, de los bordes, de
lo
literal, transportado por su manía del neologismo.
Este
Lacan supo anunciar los tiempos que se convirtieron en
los
nuestros, prever el ascenso del racismo y del comunitarismo, la
pasión
por la ignorancia y el odio al pensamiento, la pérdida de
los
privilegios de la masculinidad y los excesos de una feminidad
salvaje,
el advenimiento de una sociedad depresiva, los atolladeros de las
Luces y de la Revolución, la lucha a muerte entre la ciencia erigida
en religión, la religión erigida en discurso de la ciencia
y
el hombre reducido a su ser biológico:
En
no mucho tiempo –decía en 1971– vamos a estar sumergidos
en
problemas segregativos que se van a llamar racismo y que tienen que
ver con el control de lo que ocurre en el nivel de la repro-
4
Según
las palabras de Alain Badiou, Le Siècle, París, Seuil, 2005, p. 54
[trad.
esp.: El Siglo, trad. de Horacio Pons, Buenos Aires, Manantial,
2005]. TREINTA AÑOS DESPUÉS 15
ducción
de la vida, en seres que, en virtud de lo que hablan, resultan tener
todo tipo de problemas de conciencia.
5
Volver
a hablar de Lacan treinta años después de su muerte es también
recordar una aventura intelectual que ocupó un lugar importante en
nuestra modernidad, y cuya herencia sigue siendo fecunda,
digan
lo que digan: libertad de palabra y de costumbres; fl orecimiento de
todas las emancipaciones –las mujeres, las minorías, los
homosexuales–;
esperanza de cambiar la vida, la familia, la locura,
la
escuela, el deseo; rechazo de la norma; placer de la transgresión.
Suscitando
los celos de los doctos que no dejan de insultarlo, Lacan se situó
sin embargo a contracorriente de estas esperanzas, como
un
libertino lúcido y desengañado. Por cierto, estaba convencido de
que
la búsqueda de la verdad era la única manera de lograr sustituir
la
salvación por el progreso, el oscurantismo por las Luces. No
obstante, decía, a condición de saber que la racionalidad siempre
puede
transformarse
en su contrario y suscitar su propia destrucción. De ahí
su
defensa de los ritos, de las tradiciones y de las estructuras simbó-
licas.
Aquellos que hoy lo rechazan, haciendo de él lo que jamás fue
y
ridiculizándolo con la etiqueta infamante de “gurú” o de
“fanfarrón de la democracia”, olvidan que él se sumergió de
lleno, en ocasiones en contra de sí mismo, en estas
transformaciones. A tal punto
que
adoptó sus paradojas mediante sus juegos de lenguaje y de palabras
que hoy nos complacemos en practicar. El siglo xx era freudiano, el
siglo xxi ya es lacaniano.
Lacan
no dejó de asombrarnos.
Nacido
a comienzos del siglo xx, y habiendo vivido dos guerras feroces,
comenzó a ser celebrado desde los años treinta. Pero
fue
entre 1950 y 1975 cuando ejerció su más poderoso magisterio
sobre
el pensamiento francés, en una época en que Francia, dominada por
un ideal social y político heredado de los dos movimien-
5
Jacques
Lacan, Le Séminaire. Livre XIX, …ou pire [1971-1972], París,
Seuil, 2011.16 LACAN, FRENTE Y CONTRA TODO
tos
surgidos de la Resistencia, el gaullismo y el comunismo, luego
por
la descolonización, y finalmente por la cesura de Mayo de
1968,
se vivía como la nación más cultivada del mundo, una nación donde
los intelectuales ocupaban un lugar preponderante en
el
seno de un Estado de derecho marcado por el culto de una República
universalista e igualitaria.
En
este contexto, todas las aspiraciones fundadas en la razón
y
el progreso estaban a la orden del día. Y sobre todo, el proyecto
de
mejorar colectivamente la suerte de todos aquellos que estaban
aquejados
de trastornos psíquicos: neuróticos, psicóticos, depresivos,
delincuentes. Y es precisamente en esos tiempos cuando Lacan se
obstinó en afi rmar que el abordaje freudiano era el único
horizonte
posible de las sociedades democráticas, el único capaz
de
captar todas las facetas de la complejidad humana: tanto lo
peor
como lo mejor. Sin embargo, y a despecho de su fuerte inclinación
por el pesimismo y la ironía, no por ello se convirtió en un
reaccionario
mezquino.
También
fue el único pensador del psicoanálisis que tuvo en
cuenta
de manera freudiana la herencia de Auschwitz, movilizando,
para
dibujar su horror, tanto la tragedia griega como los escritos del
marqués
de Sade. Nunca nadie, entre los herederos de Freud, supo
como
él reinterpretar la cuestión de la pulsión de muerte a la luz
del
exterminio de los judíos por los nazis. Sin esta reestructuración
y
esta fascinación que experimentó Lacan por la parte más cruel y
más
negra de la humanidad, el psicoanálisis se habría convertido
en
Francia en un lamentable asunto de psicología médica, heredero de
Pierre Janet, de Théodule Ribot o, todavía peor, de Léon
Daudet,
de Gustave Le Bon o de Pierre Debray-Ritzen.
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