martes, 19 de febrero de 2013

la cuerda inadvertida

Esta llegando a su lugar nuevamente el programon de imagen de radio:la cuerda inadvertida...con la conduccion de siempre...atenti a fm brazos abiertos...

miércoles, 26 de diciembre de 2012


Hemos terminado el año con la desaparicion criptógrafica de algunos seres y mosquitos...el oso polar tuvo miedo de los cohetes y de la ola de calor...nadie sabe si termino el mundo porque no tienen conciencia de él,como el reloj,la cocaina,la religion o la publicidad.
...bien se lame

martes, 18 de diciembre de 2012

el viernes 21 tomamos la ginebra loca,xq´les acabo el franchising,veron y sus secuaces,la iguana y el yaguarete extrañan al payaso.AGUERO Y CORRIENTES 
el domingo 23 homenajeando a la anibal veron en la ochava abajo de estacion avellaneda en la ochava frente a la estacion.TODO 1 HRS.
                                                   LOS VERONES
STAND UP Y POCA MUSICA,+ PROSA Q´POESIA

martes, 21 de agosto de 2012

Estamos invitandote el jueves de 16 a 17.30 hrs al programa la cuerda(inadvertida)en la fm 100.5 www.radiofmbrazosabiertos.jimdo.com.Puedes dejarnos msje al 4951-0925.Estaremos pasando y recordando la musica de Roberto Goyeneche.Con coordinacion y produccion de los Sanchez les avisa Bairon Beron.A continuacion una foto de alquien antes de hacer su capillita.

domingo, 15 de julio de 2012

la gran data

 
la gran data
 
Hace cuatro siglos la introducción del microscopio permitió ver y analizar organismos a un nivel celular que jamás se había imaginado. Esto generó avances en el conocimiento, al servicio de la salud y las ciencias en general. Como el microscopio, hoy la tecnología se dispone a desenmarañar y darle sentido el reservorio más grande de información del planeta: Internet.
Según IBM, los más de 1000 millones de internautas del mundo alimentamos a diario la Red con cerca de 15 petabytes de datos. ¿A qué equivale? 1000 petabytes son un exabyte, 1000 exabytes son un zettabyte. En el año 2015 habrá 8 zettabytes de información en la Red según la consultora IDC. Un zettabyte corresponde a 75 mil millones de iPads de 16 gigas o a mil millones de discos rígidos como los de una computadora promedio de escritorio. Hoy, en 2012, la Red contiene 2,7 zettabytes de datos, aproximadamente, y aunque es difícil pensar en esta cantidad de información, definirla y analizarla promete grandes beneficios para los usuarios. Según IDC, la cantidad de información en la Web se duplica cada 18 meses y aunque América latina todavía representa menos del 10% de la audiencia total mundial de Internet -8.9% según ComScore-, la participación en la Red no para de crecer y nuestro país es especialmente proclive al uso intensivo de las herramientas sociales y de la Web en general.
De qué se trata
Big Data es el término que se utiliza para describir los grandes volúmenes de datos que componen Internet y la posibilidad de obtener información sobre ellos.
La información en la Red está formada por datos estructurados -como las tradicionales bases de datos que puede tener, por ejemplo, una empresa de servicios sobre el consumo de energía de un usuario-, y por desestructurados, que en cantidad superan tres veces a los primeros. Buena parte de la información desestructurada -que representa el 80% del total- proviene de las herramientas sociales. Para tener una idea de lo que pasa en la Red en sólo un minuto: se generan 98.000 tweets, se bajan 23.148 aplicaciones, se juegan 208.333 minutos de Angry Birds, 277.000 personas se loguean a Facebook y se ven 1,3 millones de videos en YouTube, entre otras decenas de métricas que alimentan sin cesar la nube virtual y le enseñan sobre nuestra conducta online. "Todas las industrias guardan y necesitan acceder a la información de maneras muy distintas -describe Marcelo Fandiño, CEO de EMC Argentina, empresa de almacenamiento y cómputo en la nube-. Algunos datos necesitan ser analizados en tiempo real, otros estar almacenados por años con consultas muy puntuales. Ahora tenemos una memoria gigante y lo que hay que hacer es darle toda la inteligencia. El usuario se está volcando cada vez más a la Red para tener su información y pronto tendrá su máquina principal completamente alojada en la nube. Para eso tendremos que darle el máximo y más creativo análisis a cada documento y dato alojados allí."
No es casualidad que en el Foro Económico Mundial celebrado en junio en Suiza, el concepto de Big Data haya sido protagonista. Un informe desarrollado durante el encuentro, llamado Big Data, Big Impact, declara a la masa de información gigante como una nueva clase de activo económico, como el dinero o el oro. Sebastián Bellagamba, director para Latinoamérica y el Caribe de la Internet Society, organismo mundial que vela por el buen desarrollo y crecimiento de Internet, reflexiona sobre el fenómeno: "No es la primera vez que se juntan datos nuestros, uno ha estado dando información buena parte de su vida, sólo que internet lo hace más evidente. La Red va coleccionando datos de nuestro perfil (sexo, edad, gustos, hábitos, procedencia); eso sirve para darnos mejores resultados en las búsquedas y que pueden servir para tomar decisiones o generar políticas públicas que impacten de manera positiva en la sociedad, que no es lo mismo que juntar y distribuir datos personales como número de DNI, dirección o nombre. Que la información de la Red crezca es deseable siempre que se respeten los libertades individuales y el usuario pueda elegir qué datos le da al universo virtual", advierte Bellagamba. (Ver recuadro No me grabes.)
Desde IBM explican el universo de Big Data a partir de tres v: volumen, variedad y velocidad. "Tenemos un gran desafío por delante, dado que se espera que para el año 2020 haya 35 zettabytes de información. Con IBM Insights trabajamos con plataformas de código abierto, le agregamos seguridad y el análisis es cada vez más intuitivo; intenta encontrar patrones y utiliza herramientas para conectar de esta información que proviene de lugares diferentes. El análisis tradicional de Business Intelligence (inteligencia de datos) ya no es suficiente. Si una telefónica sufre una caída de servicio y los usuarios empiezan a reclamar en las redes, debe poder acceder a esa información de inmediato para actuar cuanto antes", ejemplifica Leonardo González Barceló, líder en Big Data de IBM.
Hasta aquí sólo tenemos una descripción de un fenómeno del que todo internauta -en mayor o menor medida- es parte. Cabe entonces la pregunta: ¿por qué debería interesarle este universo al usuario? o -quizás más relevante- ¿cómo afecta esta nube de datos en su vida?
Hasta donde llega
No es sólo más flujos de datos los que recibe la Web hoy, sino también datos completamente nuevos. En la actualidad, empresas y gobierno trabajan con miles de sensores digitales que arrojan información de todo tipo a la Red. En equipos industriales, automóviles, electrodomésticos, en las calles, estos sensores pueden medir -y comunicar- la localización, el movimiento, la vibración, la temperatura, la humedad y hasta cambios químicos en el aire. Esto, y la actividad en la Red en general, permite la toma de decisiones: qué construir y dónde hacerlo, prevenir un desastre natural, evitar un embotellamiento, detectar posibles derrumbes. "Es un fenómeno creciente, que antes existía, pero se daba en ambientes controlados con datos estructurados; ahora los datos provienen de todos lados. Google no existiría sin toda esa Big Data y es nuestra misión organizarla y entregarla a los usuarios de una manera que sea relevante para su vida", dice Giraldo Hierro, líder de Enterprise Sales de Google.
Cualquier usuario puede también consultar y usar la inteligencia que se desprende de la Web. En Buenos Aires y muchas ciudades de la Argentina y el resto del mundo, cualquier usuario puede ir a Google Maps, introducir una dirección, elegir la vista de satélite y ver en tiempo real la congestión de tráfico de la zona que desea visitar, con información que los mismos usuarios envían a la Red por sólo usar su teléfono Android. También Google ha descubierto que ciertos términos de búsqueda sirven como buenos indicadores de la actividad de la gripe y desarrolló Flue Trends, donde cualquiera puede ingresar y ver la evolución de la gripe a través de datos globales de las búsquedas de los internautas en Google. Así, se pueden hacer cálculos aproximados de la actividad de esta enfermedad en determinadas regiones, lo que podría resultar de utilidad para tomar acciones de prevención.
También se puede usar la información para hacer más eficiente el consumo energético. "A través de la estrategia de Smart Meters de IBM, se analizó el consumo de electricidad de un barrio a través de sensores que enviaban datos de consumo. En base a esa información, la compañía fue capaz de determinar los hábitos de los vecinos en cada momento del día, ver cómo variaba la demanda y hasta cambiar algunos de esos hábitos con estrategias de premios y bonificaciones a sus clientes", ejemplifica Barceló.
Otra cara de Big Data es que el ciudadano tiene cada vez más acceso a ver datos de gobierno que antes sólo eran analizados al interior de las administraciones públicas. En 2009, fue pionera la ciudad de Washington, que abrió las puertas a toda su información con Data.gov. En marzo de este año el GCBA implementó Buenos Aires Data, el primer repositorio público de datos abiertos del país basado en CKAN -la plataforma utilizada por otros gobiernos nacionales y municipales alrededor del mundo-. Se puede ver allí la ejecución presupuestaria del gobierno, el catálogo de las bibliotecas públicas de la ciudad (300.000 volúmenes), el movimiento de las bicicletas públicas (500.000 recorridos), y grandes volúmenes de información geográfica previamente disponibles sólo para uso interno, como los polígonos correspondientes a más de 300.000 parcelas que componen de la ciudad, entre otros registros.
A la luz de todo esto, no existe hoy una empresa de tecnología que despliegue su estrategia de negocio sin contemplar una mirada sobre Big Data. Ya sean de hardware, software o servicios, todas apuntan sus desarrollos e inversiones a herramientas y aplicaciones que puedan desarmar el ovillo más grande del mundo. Así EMC, HP, IBM, Netapp, Intel, SAP, entre tantas, lanzan herramientas para llegar a esos datos de manera más rápida e eficiente (algo que hace dos años se analizaba en una semana, puede hacerse ahora en un día). Por su parte, los gigantes de Internet como Facebook, Google y Amazon tienen herramientas propias para analizar la información, y las consultoras de análisis Web trabajan a destajo en aumentar el cruzamiento de estos datos estructurados y no estructurados en busca de un mejor aprovechamiento del universo virtual. No seremos sólo testigos de este fenómeno, sino protagonistas de la era del nuevo oro.

NO ME GRABES

Una de las discusiones que se viene con Big Data está relacionada con los derechos de los usuarios a no ser rastreados -de así desearlo- en sus búsquedas en Internet y, como contrapartida, su responsabilidad (y no sólo la de las empresas) en la comprensión de los términos y condiciones de uso de cada sitio que visitan.
De a poco los principales navegadores -Chrome, Firefox, Explorer- están agregando herramientas para que el usuario pueda decidir cuándo quiere y cuándo no quiere dejar rastro o información sobre su navegación.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que al elegir estos filtros -se los conoce como Dont Track me-, también se le está quitando información a los sistemas para que brinden resultados más personalizados o tengan en cuenta los gustos o búsquedas frecuentes del usuario. "Falta una conciencia del usuario latino que aprueba términos y condiciones sin leer en la mayoría de las ocasiones qué es lo que está aceptando, y también una predisposición mayor de las empresas a mantener las reglas claras y no estar cambiando sus condiciones constantemente.
Hoy Internet no es una tecnología en su madurez; hay que estar atentos para atender la libertad de expresión y también para que la legislación que se haga no coarte Internet", opina Sebastián Bellagamba, de la Internet Society.

viernes, 13 de julio de 2012

genocidio psicoanalizado


Éste es el primer volumen de un proyecto de trilogía que, con el objetivo de analizar crítica y rigurosamente las diversas consecuencias de las
prácticas sociales genocidas, abordará en una primera etapa los procesos
de memoria y representación.
Los estudios sobre la memoria constituyen uno de los campos en
los que se observa con mayor claridad las dificultades creadas por las
taxonomías disciplinarias rígidas en su parcelamiento de la realidad. Diversos grupos de investigadores que provienen de campos muy distintos se disputan áreas de explicación de los procesos de memoria, sin que
los entrecruzamientos entre éstas sean comunes ni produzcan enriquecimiento alguno, más allá de que unos y otros se solapen al producir sus
hipótesis, la mayoría de las veces sin siquiera percibirlo.
La neurología, el psicoanálisis, la filosofía, las artes y las ciencias sociales han reflexionado sobre aspectos diferentes de estos procesos de
memoria y representación, pero por lo general el diálogo ha sido bastante pobre. Las neurociencias se han abocado, en su mayor parte, a tratar
de encontrar el sustrato material del recuerdo (su localización física en
el cerebro) y a explicar e intentar tratar algunas de sus anomalías. El psicoanálisis (pese a la amplitud disciplinaria de los trabajos de Sigmund
Freud) ha tendido a disociarse cada vez más del sustrato químico-bioló-
gico como de las consecuencias sociopolíticas, filosóficas e incluso a veces
médico-clínicas de sus propios planteos y, por lo tanto, ha tratado con un
aparato psíquico que, cada vez más, parece escindido de los niveles de organización que lo determinan, tanto material como socialmente; incluso, 16
memorias y representaciones
en algunos casos ha llegado a postular una justificación bizarra de esta
escisión entre cuerpo y consciencia. Las ciencias sociales, por último, han
tendido a estancarse durante el último medio siglo en las disputas entre
los campos de la historia y la memoria, haciendo caso omiso del impacto
de los avances en otras disciplinas sobre dicha discusión o de la materialidad e incluso falsabilidad de muchos de sus planteos, a la luz de otras
lógicas disciplinarias.
Esto no significa que no hayan existido intentos de entrecruzamiento, como puede observarse en gran parte de la obra del propio Freud, en
especial en su olvidado Proyecto de psicología para neurólogos, así como
en muchas de sus reflexiones en Más allá del principio de placer; Inhibición, síntoma y angustia; Tótem y tabú o Moisés y la religión monoteísta,
entre otros textos que buscan dialogar, a lo largo de todo el acervo de
producción freudiana, con la neurología o las ciencias sociales. También
merecen destacarse los intercambios entre Jean-Pierre Changeux y Paul
Ricœur que buscan un diálogo y una discusión posibles entre neurología
y filosofía (pese a las dificultades de Ricœur para ingresar a un lenguaje
que no siente como propio); el conjunto de los trabajos de la psicología
genética y, muy en particular, las brillantes intuiciones transdisciplinarias
de Jean Piaget en obras como La equilibración de las estructuras cognitivas
o La toma de conciencia, o de Rolando García en obras como Psicogénesis
e historia de las ciencias, La epistemología genética y la ciencia contemporánea o Sistemas complejos. Por último, cabe incluir sugerencias aisladas
pero ricas por sus aportes a la sociología y la psicología en obras de neurocientistas como Gerald Edelman, Eric Kandel o Israel Rosenfield. Estas
excepciones, sin embargo, constituyen ámbitos relativamente marginales
en una discusión que hegemónicamente cree poder prescindir del conocimiento que se aleja de manera disciplinaria de sus ejes, aun cuando esté
muy próximo de los problemas planteados y resulte fundamental para
muchas de las hipótesis sugeridas o de los análisis realizados.
No es objetivo de este primer volumen dar cuenta del conjunto de
las posibles articulaciones disciplinarias entre estos campos (aclarando,
además, que ha quedado relativamente afuera de esta obra el complejo territorio de la estética, el arte y su vinculación con los procesos de
memoria), pero sí analizar algunos entrecruzamientos que harán posible
desarrollar con mayor riqueza y sustento las hipótesis que guían el conjunto de la trilogía.17
introducción
Este primer volumen se centra en las memorias y representaciones
del horror, con eje histórico en la experiencia argentina. El segundo volumen trabajará las problemáticas del juicio, entendidas tanto en su sentido filosófico (la capacidad de juzgar como parte de los mecanismos de
la consciencia) como en la materialidad de los procesos judiciales librados en nuestro país. El tercer volumen se abocará a un análisis crítico de
los distintos niveles de las responsabilidades, también centrándose en el
caso argentino. Y en los tres volúmenes –memorias, juicios, responsabilidades–, las preguntas buscarán articularse con los posibles trabajos de
elaboración de las marcas dejadas en las subjetividades y en el tejido social por las prácticas sociales genocidas.
Cabe aclarar que el acceso a los distintos marcos disciplinarios no se
lleva a cabo desde una posición neutral ni desde un saber que los desborde. Las ciencias sociales serán el punto crucial de interrogación, desde
donde se intentará incorporar algunos de los aportes de los otros campos disciplinarios para enriquecer y avanzar en las propias postulaciones
sociopolíticas sobre los procesos de memoria y su impacto en la construcción de identidades, así como en los modos de constitución de las
responsabilidades.
La trilogía puede leerse como continuidad de obras previas, en particular de El genocidio como práctica social y de Seis estudios sobre genocidio, y que, más allá de resultar algo más árida (sobre todo en este primer
tomo), comparte las mismas preocupaciones y objetivos políticos.
Este volumen no pretende aún una mirada verdaderamente transdisciplinaria, lo cual excede las posibilidades del autor, sino simplemente avanzar en el propio campo de las ciencias sociales, sin despreciar ni
ignorar, desde luego, algunas de las hipótesis, preguntas y respuestas sugeridas por las otras disciplinas, lo cual quizás cabría calificar más cabalmente como ejercicio interdisciplinario.
Se recorrerán a lo largo de este libro las ideas de un selecto grupo
de autores de las neurociencias (Gerald Edelman, Eric Kandel, Jean-Pierre Changeux, Israel Rosenfield), el psicoanálisis (básicamente Sigmund
Freud y luego algunos de los análisis sobre las consecuencias del trauma
en Yael Danieli, René Kaës, Janine Puget, Marcelo Viñar, los miembros
del Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial [eatip],
Haydeé Faimberg, entre otros), la filosofía (Henri Bergson, Walter Benjamin, Paul Ricœur, Hayden White), o la sociología y la psicología social 18
memorias y representaciones
(Maurice Halbwachs, Frederic Bartlett), pero no para dar cuenta exhaustiva del estado de la cuestión en cada campo, sino sólo para aprovechar
algunas intuiciones que han sugerido herramientas para analizar lo que
constituye el corazón de esta problemática: los modos en que los procesos de memoria pueden afectar la constitución identitaria, a partir del
trabajo de elaboración de las situaciones traumáticas generadas por los
genocidios, entendidos éstos como prácticas sociales, como procesos de
destrucción y reorganización de relaciones sociales.
1
Es posible, sin embargo, que en alguno de los capítulos se haya caído
en una exagerada remisión a los aspectos técnicos de cada discusión, por
lo que se piden disculpas anticipadas al lector.
El ordenamiento lógico y disciplinario de este primer libro es el
siguiente:
El capítulo i busca introducir algunas de las conclusiones fundamentales de las neurociencias en los últimos treinta años, desde las cuales se plantean hipótesis propias con relación al carácter adaptativo de lo
que se llamará en esta obra “procesos de desensibilización”, así como al
carácter creativo y no reproductivo
2
de los procesos de memoria.
El capítulo ii, previo desarrollo de algunos conceptos básicos de la
obra de Freud, se propone revisitar la noción de desensibilización construida en el capítulo previo, articulándola en su sentido intersubjetivo
con lo que gran parte de la bibliografía sobre las consecuencias del genocidio en el Cono Sur de América Latina ha dado en llamar “pactos denegativos” y con lo que se define en esta obra, a partir de este análisis, como
ideologías del sinsentido”. Éstas han resultado muchas veces hegemónicas en los discursos sobre el horror, vinculándolo a la irracionalidad, y
se postulará que dicho sinsentido juega un rol específico en el modo de
clausurar las posibilidades de elaboración del terror traumático.
1
Véase el desarrollo de los conceptos de prácticas sociales genocidas y de genocidio reorganizador en Daniel Feierstein, El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
2
Aun cuando las neurociencias utilizan el verbo replicar para dar cuenta de una memoria que se postula como reproductora fiel de la realidad, se ha preferido en esta obra remitir
a una memoria reproductora o no reproductora (o sea, creadora), ya que el término replicar
puede dar lugar a malentendidos en la filosofía o la ciencia social, debido a que su definición da más cuenta de la posibilidad de refutación que de la de copia, la cual se encuentra
mejor expresada en el verbo reproducir.19
introducción
El capítulo iii retorna sobre estas hipótesis pero desde la filosofía, la
historia y las ciencias sociales, intentando recuperar la vinculación entre memoria y acción (Bergson), y memoria e identidad (Ricœur). Asimismo busca producir nuevas interpretaciones en la trillada discusión
sobre las diferencias entre los procesos de la memoria y de la historia, a
fines de rescatar el carácter sociopolítico de los procesos de memoria y
su posible articulación con un trabajo de elaboración, lo cual constituía
el eje de la tarea del historiador comprometido, tal como la pensara Walter Benjamin.
El capítulo iv, por último, da cuenta del propósito central del presente volumen: analizar las consecuencias de distintos modos de representar
y calificar jurídicamente el terror estatal masivo (guerra, genocidio, terrorismo de Estado, crímenes contra la humanidad) en los posibles trabajos de elaboración y su vinculación con la constitución y transformación de las identidades personales, grupales y colectivas, incorporando
en dicho análisis las construcciones previas sobre el papel que juegan en
ellas las lógicas de la desensibilización, de los pactos denegativos y de las
ideologías del sinsentido.
Es éste el objetivo eminentemente político que guía al conjunto del
volumen. Los recorridos disciplinarios se han propuesto ir construyendo los conceptos necesarios para dicho punto de llegada, pero la interrogación general gira en torno al capítulo iv, punto de llegada y elemento
crucial de este primer libro: dar cuenta de los efectos y las consecuencias intersubjetivas y sociopolíticas de distintos modos de caracterizar lo
ocurrido en Argentina en los posibles trabajos de elaboración o incluso
en la obstaculización o clausura de éstos.
Dicho abordaje no es ni podría ser neutral, como se ha señalado,
sino que pretende dar una fundamentación más sólida a la relevancia
de la utilización de la calificación de genocidio para referir a la violencia
estatal masiva sufrida en nuestro país, en función de sus múltiples consecuencias jurídicas y simbólicas, de sus múltiples efectos en los posibles
trabajos de elaboración del trauma y en la posibilidad de instituir narrativas contrahegemónicas.
La propuesta, esta vez, es compartir con el lector los fundamentos
últimos de orden político y no, como en otras oportunidades, la argumentación técnica, con respecto a la viabilidad u oportunidad de la figura de genocidio en su aplicación al caso argentino. Esto es, que este 20
memorias y representaciones
volumen no se propone demostrar la existencia de un genocidio en Argentina (lo que se ha intentado hacer en muchas obras previas, utilizadas incluso en las sentencias argentinas), sino dar cuenta de qué ventajas
en términos de procesos de memoria puede implicar construir una representación de los hechos como genocidio, en comparación con aquella
que los comprende como guerra, como terrorismo de Estado o como crí-
menes contra la humanidad.
Afortunadamente, la sociedad argentina se ha caracterizado por una
fuerte resistencia a los planteos negacionistas o minimizadores. A ello se
ha sumado una experiencia más que interesante en lo que hace al juzgamiento de los responsables de las violaciones masivas de derechos humanos, que ha conducido a la posibilidad de garantizar un juzgamiento sin
límites preestablecidos, realizado por tribunales nacionales (no internacionales ni cámaras especiales) y con un respeto por los derechos de los
acusados que pocas experiencias históricas han demostrado, pese a tratarse de los crímenes más graves cometidos en el último siglo en el país.
Esta peculiaridad del fenómeno de los juicios en Argentina ha habilitado y enriquecido, por lo tanto, una discusión profunda y compleja sobre los procesos de memoria y elaboración, que constituye el trasfondo
fundamental de toda la trilogía y que, como se verá, logra instalar estas
cuestiones a partir de discusiones que parecieran ya resueltas en Argentina (la inviabilidad de regímenes de impunidad, la condena mayoritaria
al tipo de negociaciones a que han dado lugar conceptos como el de “justicia transicional”, la imposibilidad del perdón y la reconciliación sin pasar previamente por la justicia).
Habrá que esperar al segundo volumen de esta obra, titulado Juicios,
para abordar la complejidad efectiva de estas vinculaciones entre la capacidad humana del juicio, la realización efectiva de los juicios y los procesos de memoria y representación.
Al no existir un peligro inminente de negacionismo ni impunidad,
la sociedad argentina ha logrado entonces comenzar a hacerse cargo en
estos años de una discusión más compleja y mucho más profunda pero,
a su vez, fundamental en cuanto a la posibilidad de lidiar con los efectos
del proceso represivo: en qué medida los procesos de memoria y representación pueden constituir prolongaciones del terror, pero también en qué
medida pueden ser un aporte para intentar elaborar las consecuencias del
trauma, sin que ello implique creer (véase en especial el anexo sobre la 21
introducción
realización simbólica de las prácticas sociales genocidas”) que una mera
calificación pueda resolver por sí misma procesos de enorme complejidad
como los que aquí se analizan.
Todo este primer volumen se inscribe en la discusión sobre la vinculación entre procesos de memoria y representación y su expresión en la
calificación jurídica, discusión que hoy recorre gran parte de los juzgados
argentinos, así como también casi al conjunto de los organismos de derechos
humanos y ámbitos importantes de los movimientos sociales, de las universidades, las organizaciones barriales, sindicales y estudiantiles, entre
otras.
El volumen cierra con un anexo, donde se busca aclarar algunas confusiones y malentendidos a que ha dado lugar el concepto de “realización
simbólica de las prácticas sociales genocidas”, término que también atravesará algunas partes del presente libro.
Como resulta lógico en toda discusión académica o política que nos
atraviesa en tiempo presente, soy consciente de que tanto esta obra como
todo mi trabajo previo y el de las muchas organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas, con las que he compartido esta lucha durante
años, pueden estar errados. Sólo el futuro nos dará claras indicaciones
acerca de los efectos y consecuencias de las direcciones que se han seguido, así como nuevas pautas de hacia dónde continuar. Y respeto profundamente a aquellos colegas u organizaciones que no comparten esta
visión sobre la relevancia de la categoría de genocidio y prefieren librar
la lucha desde los conceptos de crímenes contra la humanidad, Estado
terrorista o guerra civil.
Pero, por otro lado, no puedo dejar de señalar que este trabajo se
ha llevado a cabo desde la más profunda convicción, con una enorme
dedicación, rigurosidad y estudio, y con el mayor cuidado y responsabilidad por las posibles consecuencias de cada uno de los planteos que se
socializan en esta obra. Sólo se espera de aquellos colegas y compañeros
que disienten con estas visiones una actitud similar en cuanto a la seriedad, profundidad, rigurosidad y responsabilidad para plantear visiones
alternativas.
Vale una pequeña anécdota para cerrar esta introducción: el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata –integrado en 2006 por los jueces Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Insaurralde– fue el primer
juzgado argentino (a esta altura no el único, ya que lo han acompañado 22
memorias y representaciones
tribunales de Santiago del Estero, Tucumán y Mendoza y sentencias de
segunda instancia de Mar del Plata) en reconocer la existencia de un genocidio en Argentina. La primera sentencia de este tipo recayó en la causa en la que se juzgaba a Miguel Osvaldo Etchecolatz (luego acompa-
ñada por pronunciamientos similares del mismo tribunal en las causas
en las que se juzgó a Christian Von Wernich y al personal que actuó en
la Unidad Penitenciaria Nº 9 de La Plata, y durante 2010 y 2011 por los
otros tribunales mencionados). La lectura de la sentencia de aquel juicio
de 2006 fue filmada por numerosas organizaciones (hay una muy buena
edición realizada por la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires). Vale la pena observar los rostros de familiares
y sobrevivientes de las víctimas cuando los jueces leyeron el fragmento
de la sentencia que menciona que la condena se realiza por “crímenes
contra la humanidad cometidos en el marco de un genocidio”. Quizás
la observación de dichos rostros pueda dar otra pauta para entender las
consecuencias de ciertas “verdades jurídicas” en las posibilidades de elaboración. Este primer volumen se propone como un aporte, entre otras
cosas, para comprender el origen y el sentido de dichas expresiones.

lacan x roudinesco


Miren mi Televisión. Soy un clown. ¡Tomen ejemplo de esto y no me imiten!
Jacques Lacan
Como tiene que enseñarles […] a médicos, analistas o analizados, Lacan les brinda, en la retó-
rica de su palabra, el equivalente mimado del
lenguaje del inconsciente, que es, como todos lo
sabemos, en su esencia última, Witz, pirueta,
metáfora, fallida o lograda.
Louis Althusser11

Desde la publicación, en 1993, de la tercera parte de mi Historia
del psicoanálisis,
1
totalmente consagrada al pensamiento, la vida, la
obra y la acción de Jacques Lacan, a menudo tuve la sensación de
que algún día iba a tener que efectuar un balance, no sólo de la herencia de este maestro paradójico, sino también de la manera en
que fue comentado mi propio trabajo en el interior y el exterior de
la comunidad psicoanalítica.
Sin lugar a dudas, me había imaginado erróneamente que un
trabajo sereno, fundado en un abordaje crítico, sería capaz de calmar las pasiones. Y que tal vez la famosa frase de Marc Bloch
–“¡Partidarios y detractores de Robespierre, por lo que más quieran, por piedad, dígannos simplemente quién fue Robespierre!”–,
2
que había puesto como epígrafe de mi libro, fi nalmente permiti -
ría que fueran encarados, al margen de las pasiones, tanto el destino del hombre como el desarrollo de su pensamiento.
Si el resultado fue en gran parte positivo, es evidente que el
hombre y su obra siguen siendo hoy objeto de las interpretaciones
más extravagantes, en un tiempo en el que cada generación tiende
1
Élisabeth Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en France, vol. 1 [1982,
1986], París, Fayard, 1994; vol. 2 [1986], París, Fayard, 1994 [trad. esp.: La batalla
de cien años. Historia del psicoanálisis en Francia, 3 vols., trad. de Ignacio Gárate,
Madrid, Fundamentos, 1988-1993]; Jacques Lacan. Esquisse d’une vie, histoire d’un
système de pensée [1993]; nueva ed. rev. y corr., que reúne los tres volúmenes,
París, Hachette, col. La Pochothèque, 2009 [trad. esp.: Jacques Lacan. Esbozo de
una vida, historia de un sistema de pensamiento, trad. de Tomás Segovia, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994].
2
Marc Bloch, Apologie pour l’histoire, ou Métier d’historien [1949], París, Armand Colin, 1993, p. 157 [trad. esp.: Apología para la historia o el ofi cio del historiador, trad. de María Jiménez y Danielle Zaslavsky, México, Fondo de Cultura
Económica, 1996].12 LACAN, FRENTE Y CONTRA TODO
a olvidar lo que ocurrió antes que ella, sin perjuicio de celebrar la
anterioridad patrimonial y genealógica de una supuesta “edad
dorada” en vez de una refl exión sobre el pasado susceptible de
esclarecer el porvenir.
A esto se añaden los delirios que se manifi estan periódicamente y que emanan de panfl etarios poco escrupulosos o de terapeutas en busca de notoriedad: Freud nazi, antisemita, incestuoso,
criminal, estafador. Lacan perverso, bestia salvaje, maoísta, violador, jefe de una secta, estafador, golpeador de sus mujeres, sus pacientes, sus criados, sus niños, coleccionista de armas de fuego. A
este respecto, todo fue dicho, y el rumor funciona a las mil maravillas, a más y mejor.
Nuestra época es individualista y pragmática. Le gusta el instante presente, la evaluación, el determinismo económico, los sondeos, la inmediatez, el relativismo, la seguridad. Cultiva el rechazo
del compromiso y de las elites, el desprecio por el pensamiento, la
transparencia, el goce del mal y del sexo perverso, la exhibición del
afecto y de las emociones sobre un fondo de explicación del hombre por sus neuronas o sus genes. Como si una causalidad única
permitiera dar cuenta de la condición humana. Sin duda, el ascenso del populismo en Europa y la seducción que éste ejerce sobre ciertos intelectuales que predican abiertamente el racismo, la
xenofobia y el nacionalismo no son ajenos a esta situación.
Hay que decir que el advenimiento de un capitalismo salvaje
contribuyó a la extensión planetaria de la desesperanza y de la
miseria, asociada a la reactivación del fanatismo religioso que,
para algunos, hace las veces de referencia política y de experiencia
identitaria. En Francia, 8 millones de personas padecen de trastornos psíquicos y se cuidan como pueden: medicamentos, terapias
diversas, medicinas paralelas, curas de todo tipo, desarrollo personal, magnetismo, etc. En todas partes en el mundo democrático,
procedimientos de medicina de sí mismo se desarrollan al infi nito,
al margen de la ciencia y, la mayoría de las veces, de la razón. En
ese mundo, la búsqueda del placer –y no de la felicidad colectiva–
reemplazó a la aspiración a la verdad. Y como el psicoanálisis está TREINTA AÑOS DESPUÉS 13
interesado en la búsqueda de la verdad de uno mismo, ha entrado
en contradicción con esa doble tendencia al hedonismo, por un
lado, y al repliegue identitario, por el otro.
Pero al mismo tiempo, nuestra época produce también la impugnación de lo que pone en escena: precisamente cuando mayor
es el peligro –decía Hölderlin–, más cerca está la salvación,
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como,
por otra parte, la esperanza. La prueba es que, después de tres
decenios de críticas ridículas contra la idea misma de revuelta,
hete aquí que emerge, fuera de la Europa que la había visto nacer,
un nuevo deseo de revolución.
Tratándose de la historia del psicoanálisis y de su historiografía,
todo ocurre, por lo tanto, a posteriori, y en semejante contexto,
como si, pese al establecimiento riguroso de los hechos y la exploración de varias verdades de múltiples facetas, Lacan –después de
Freud, por lo demás, y de todos sus sucesores– fuera siempre mirado unas veces como un demonio, otras como un ídolo. De ahí
un maniqueísmo y una negación de la historia. Y los psicoanalistas no se quedan atrás: jerga, postura melancólica, barrera ante las
cuestiones sociales, nostalgia. Ellos prefi eren la memoria a la historia, el machaqueo al establecimiento de los hechos, el amor por
los tiempos antiguos a aquel por el presente. De buena gana olvidan que “mañana es otro día”. A tal punto que cabe preguntarse si
no se conducen en ocasiones como los enemigos de su disciplina y
de su herencia.
Fue al hacer esta comprobación, y al observar las primicias de
una nueva esperanza, cuando tuve ganas –treinta años después de la
muerte de Lacan, en el momento en el que se perfi la el desvanecimiento progresivo de cierta época (llamada “heroica”) del psicoanálisis y los psicoanalistas se transforman en psicoterapeutas orga-
3
Pero donde crece el peligro, / crece también lo que puede salvar” (Friedrich Hölderlin, “Patmos”, en Œuvres, trad. fr. de Gustave Roud, París, Gallimard, col. La Bibliothèque de la Pléiade, 1967, p. 867 [trad. esp.: Obra poética
completa, trad. de Federico Gorbea, Barcelona, Ediciones 29, 1979]).14 LACAN, FRENTE Y CONTRA TODO
nizados en una profesión reglamentada por el Estado– de hablar de
otra manera, y de un modo más personal esta vez, del destino del
último gran pensador de una aventura intelectual que había empezado a desplegar sus efectos a fi nes del siglo xix, en la época de la
lenta declinación del Imperio Austrohúngaro y de todas las instituciones que le estaban vinculadas: la familia patriarcal, la soberanía
monárquica, el culto de la tradición, el rechazo del porvenir.
Quise evocar, para el lector de hoy en día, algunos episodios
sobresalientes de una vida y una obra con la que toda una generación estuvo mezclada, y comentarlos con la perspectiva que da el
tiempo, de manera libre y subjetiva. Me gustaría que este libro sea
leído como el enunciado de una parte secreta de la vida y de la
obra de Lacan, un vagabundeo por senderos desconocidos: un revés o una cara oculta que viene a iluminar el archivo, como en un
cuadro encriptado donde las fi guras de la sombra, antaño disimuladas, vuelven a la luz. Quise evocar de a trocitos otro Lacan confrontado con sus excesos, con su “pasión de lo real”,
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con sus objetos: en una palabra, con su real, con lo que fue forcluido de su
universo simbólico. Un Lacan de los márgenes, de los bordes, de
lo literal, transportado por su manía del neologismo.
Este Lacan supo anunciar los tiempos que se convirtieron en
los nuestros, prever el ascenso del racismo y del comunitarismo, la
pasión por la ignorancia y el odio al pensamiento, la pérdida de
los privilegios de la masculinidad y los excesos de una feminidad
salvaje, el advenimiento de una sociedad depresiva, los atolladeros de las Luces y de la Revolución, la lucha a muerte entre la ciencia erigida en religión, la religión erigida en discurso de la ciencia
y el hombre reducido a su ser biológico:
En no mucho tiempo –decía en 1971– vamos a estar sumergidos
en problemas segregativos que se van a llamar racismo y que tienen que ver con el control de lo que ocurre en el nivel de la repro-
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Según las palabras de Alain Badiou, Le Siècle, París, Seuil, 2005, p. 54
[trad. esp.: El Siglo, trad. de Horacio Pons, Buenos Aires, Manantial, 2005]. TREINTA AÑOS DESPUÉS 15
ducción de la vida, en seres que, en virtud de lo que hablan, resultan tener todo tipo de problemas de conciencia.
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Volver a hablar de Lacan treinta años después de su muerte es también recordar una aventura intelectual que ocupó un lugar importante en nuestra modernidad, y cuya herencia sigue siendo fecunda,
digan lo que digan: libertad de palabra y de costumbres; fl orecimiento de todas las emancipaciones –las mujeres, las minorías, los
homosexuales–; esperanza de cambiar la vida, la familia, la locura,
la escuela, el deseo; rechazo de la norma; placer de la transgresión.
Suscitando los celos de los doctos que no dejan de insultarlo, Lacan se situó sin embargo a contracorriente de estas esperanzas, como
un libertino lúcido y desengañado. Por cierto, estaba convencido de
que la búsqueda de la verdad era la única manera de lograr sustituir
la salvación por el progreso, el oscurantismo por las Luces. No obstante, decía, a condición de saber que la racionalidad siempre puede
transformarse en su contrario y suscitar su propia destrucción. De ahí
su defensa de los ritos, de las tradiciones y de las estructuras simbó-
licas. Aquellos que hoy lo rechazan, haciendo de él lo que jamás fue
y ridiculizándolo con la etiqueta infamante de “gurú” o de “fanfarrón de la democracia”, olvidan que él se sumergió de lleno, en ocasiones en contra de sí mismo, en estas transformaciones. A tal punto
que adoptó sus paradojas mediante sus juegos de lenguaje y de palabras que hoy nos complacemos en practicar. El siglo xx era freudiano, el siglo xxi ya es lacaniano.
Lacan no dejó de asombrarnos.
Nacido a comienzos del siglo xx, y habiendo vivido dos guerras feroces, comenzó a ser celebrado desde los años treinta. Pero
fue entre 1950 y 1975 cuando ejerció su más poderoso magisterio
sobre el pensamiento francés, en una época en que Francia, dominada por un ideal social y político heredado de los dos movimien-
5
Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre XIX, …ou pire [1971-1972], París, Seuil, 2011.16 LACAN, FRENTE Y CONTRA TODO
tos surgidos de la Resistencia, el gaullismo y el comunismo, luego
por la descolonización, y finalmente por la cesura de Mayo de
1968, se vivía como la nación más cultivada del mundo, una nación donde los intelectuales ocupaban un lugar preponderante en
el seno de un Estado de derecho marcado por el culto de una República universalista e igualitaria.
En este contexto, todas las aspiraciones fundadas en la razón
y el progreso estaban a la orden del día. Y sobre todo, el proyecto
de mejorar colectivamente la suerte de todos aquellos que estaban
aquejados de trastornos psíquicos: neuróticos, psicóticos, depresivos, delincuentes. Y es precisamente en esos tiempos cuando Lacan se obstinó en afi rmar que el abordaje freudiano era el único
horizonte posible de las sociedades democráticas, el único capaz
de captar todas las facetas de la complejidad humana: tanto lo
peor como lo mejor. Sin embargo, y a despecho de su fuerte inclinación por el pesimismo y la ironía, no por ello se convirtió en un
reaccionario mezquino.
También fue el único pensador del psicoanálisis que tuvo en
cuenta de manera freudiana la herencia de Auschwitz, movilizando,
para dibujar su horror, tanto la tragedia griega como los escritos del
marqués de Sade. Nunca nadie, entre los herederos de Freud, supo
como él reinterpretar la cuestión de la pulsión de muerte a la luz
del exterminio de los judíos por los nazis. Sin esta reestructuración
y esta fascinación que experimentó Lacan por la parte más cruel y
más negra de la humanidad, el psicoanálisis se habría convertido
en Francia en un lamentable asunto de psicología médica, heredero de Pierre Janet, de Théodule Ribot o, todavía peor, de Léon
Daudet, de Gustave Le Bon o de Pierre Debray-Ritzen.